RESERVA ESPIRITUAL DE OCCIDENTE

Reserva Espiritual de Occidente nace a principios de la década de los 2000 en Madrid. Tras una larga serie de grabaciones la banda autoeditó en 2012 el LP “La Noche blanca”, un disco considerado de culto en la escena underground española. Desde entonces autoeditaron otros dos EP’s, han compuesto bandas sonoras para películas, han realizado performances artísticas en diversas cuevas y salas de arte contemporáneo, han actuado en lugares tan dispares como multicines, nidos de ametralladoras de la Guerra Civil o la pasarela Cibeles y es en estas ceremonias, sus directos, donde mejor nos atraviesa la fuerza sanadora de su música. Ahora, tras 7 años sin publicar un disco largo, vuelven con “El Cristo de la Atlántida” (Humo, 2019) su trabajo más ambicioso hasta la fecha.

“El Cristo de la Atlántida” (Kali Yuga) nace de la necesidad imperiosa de dejar atrás la era oscura del hombre y, como todo rito de paso, requiere por parte del iniciado una aproximación desprejuiciada, una entrega sin reservas y la plena aceptación de la bestia que duerme agazapada en nuestro interior. El descenso a los infiernos, la batalla contra las sombras y la contemplación de la barbarie son las pruebas que se han de sortear para renacer metamorfoseado en un ser taumatúrgico, capaz de desdibujar los límites entre el bien y el mal, Dios y el diablo, lo femenino y lo masculino, lo instaurado y lo efímero. Reconciliar las dualidades para que dejen de doler. Por eso, igual que un conjuro polifónico que se amalgama en un mantra sin fin, “El Cristo de la Atlántida” comienza donde terminaba el anterior LP de Reserva Espiritual de Occidente (REO), “La Noche blanca”. Sus inicios se sitúan en la «Atalaya» desde la que se divisa el camino hacia un lugar nuevo, un edén de «cielo azul, brisa de verano, árboles en flor y nubes blancas». La voz prístina y mirífica de Svali, unas veces acunada por melódicas guitarras y orfeones candorosos, otras envuelta en fanfarrias descomunales, también vapuleada al ritmo de percusiones hipnóticas y arrebatadas, es el canto de sirena que embelesa, el hilo redentor de Ariadna. Su simbiótico alter ego Wences Lamas, en cambio, encarna la fuerza gravitatoria que nos ancla a la tierra, el Teseo que, tras haber aniquilado al Minotauro, nos toma de la mano para guiarnos en el arduo peregrinaje hacia la luz. Las primeras etapas instrumentales de Franco Battiato, la experimentación desprejuiciada de Pierrot Lunaire o la psicodelia inteligente de Opus Avantra; retazos de glorias patrias como Música Dispersa, Asfalto o Lole y Manuel; el romance pausado de Joaquín Díaz o el carácter extático-místico de Kiko Argüello; la tristeza atávica de las voces de El Caurel y de la copla; la brutalidad descarnada de Swans, la oscuridad y el fango de Sunn O))) e incluso una aproximación a lo orquestal que otea desde la distancia a Henryk Górecki o Krzystof Penderecki, son algunos de los destellos que alumbran los caminos del inconsciente colectivo que Svali y Wences Lamas transitan en “El Cristo de la Atlántida”.

En “El Cristo de la Atlántida” cantan, entre otros, Alberto Montero, Francis White, el compositor de música contemporánea Javier María López y su hija Sabela, de 12 años. El disco está producido por Leo Mateos (Nudozurdo), mezclado por Karim Burkhalter (Nacho Vegas, Hola a todo el mundo, Izal) y masterizado por Alan Douches (Swans, Animal Collective, Akron Family, Sufjan Stevens).

VÍDEOS

DISCOGRAFÍA EN HUMO INTL.

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RESERVA ESPIRITUAL DE OCCIDENTE
EL CRISTO DE LA ATLÁNTIDA