
Por Santi Fernández
Hay grupos que, sabiendo que lo que se traen entre manos es algo importante, deciden cocinarlo a fuego lento. Es el caso de Ramper, que durante cuatro años han estado preparando su segundo álbum, ese apabullante disco doble que es “Solo postres”. Hablamos con el cuarteto granadino de perfeccionismo, de procesos creativos, de aprender a confiar en uno mismo y en los demás, de videojuegos y de recuerdos de infancia. Una charla en detalle sobre la génesis de un álbum que confirma que Ramper es un grupo único en su especie.
“Solo postres” está disponible para escucha en todas las plataformas, y para compra en una edición física doble LP en color negro o vinilo color azul.
Las primeras críticas que leí sobre el disco hablaban todas de que había sido “un parto difícil”. Pero: ¿cuánto de difícil ha sido el parto de “Solo postres”?
Antonio: Mucho. Muy difícil de verdad. Casi mata a la madre.
Porque entiendo que ha sido un proceso de cuatro años, inmediatamente después de sacar “Nuestros mejores deseos”.
Antonio: No exactamente. La realidad es que hay un periodo justo después de sacar el primer disco que nos bloqueamos totalmente. Coincide con el covid, con el no poder vernos físicamente ni ensayar. Y coincide con estar parados creativamente, con un momento de estar bastante desanimados y apagados. Diría que el grueso del disco nuevo se compone desde primavera de 2022.
Es verdad, porque el debut sale justo a la vez que empieza la pandemia, ¿no?
Antonio: Sí. Ahí hay una cuestión paradójica. Porque por un lado hizo que de alguna forma el disco se conozca bastante, que haya gente que lo asocie a esos días. Pero claro, a nosotros nos trunca totalmente lo que estábamos haciendo. Porque no damos ni un concierto. Parecía que llegaba el momento de convertirnos en un grupo de verdad y todo se parte.
Ángel: Y pasamos un año bastante deprimente en muchos sentidos. No fue hasta finales de 2021 que nos mudamos de un local de ensayo a una casa de campo que tiene Antonio en un pueblo aquí cerca. Una vez allí empezamos a trabajar más seriamente, a refinar temas, terminamos de componer “Poderoso puño” y una versión primitiva de “En nuestros últimos días”. Luego pasamos un año en el que seguimos componiendo, con bastantes paradas de por medio, y procesos creativos que no llevaban a ninguna parte.
Álvaro: Sí, hubo una canción, la que llamábamos “Relojes”, que era de rock industrial. Nos tiramos meses y meses intentando sacarlo adelante, y no hubo manera.
Tenéis procesos creativos bastante obsesivos, ¿verdad?
Álvaro: Sí, muchísimo. Es que si no fuéramos obsesivos el resultado sería bastante penoso. Tenemos una cosa que es una suerte: todos tenemos muy claro el nivel de calidad al que aspiramos y nos obsesionamos con llegar a ello. Porque hay grupos que por sus dotes como músicos igual les sirve con otros procesos más sencillos.
Ángel: Lo que sí que hicimos a la hora de preparar el disco fue dedicar muchos momentos exclusivamente al grupo. Como Álvaro estaba viviendo fuera y queríamos ponernos las pilas hacíamos una cosa: pasar fines de semana enteros ensayando en el campo. Nos íbamos allí un sábado por la mañana, ensayábamos, comíamos, ensayábamos, cenábamos, y al día siguiente lo mismo. Lo llamábamos campamento Ramper. Yo tengo recuerdos muy buenos de esos días.
Antonio: Pero también es algo que te vuelve totalmente loco.
¿En qué sentido?
Antonio: En que estás dedicando la mayor parte del tiempo libre que tienes al grupo, y encima estás conviviendo con los demás; eso conlleva cierto desgaste. Pero creo que fueron meses productivos y mirando atrás los recuerdo con cariño. Creo que es cuando realmente se forjó el disco.
Ángel: Yo había momentos del proceso de grabación en los que pensaba que en el futuro íbamos a echar mucho de menos esa época. Aunque fueran momentos muy intensos. Los entretiempos, el bajarnos a comer, el estar en la terraza hablando, dando vueltas a todo lo que estábamos haciendo.
Álvaro: Pero también era la definición de estar obsesionados, todos. Obsesionados y preocupados. Si salía, si no salía, si iba a estar a la altura de lo que pensábamos…
Antonio: También te digo, que cuando hemos hablado de un parto complicado creo que nos referimos más a los meses entre que empezamos a grabar y que el disco ha salido.
Porque pasasteis por varios estudios de grabación y hubo distintos productores, ¿no?
Ángel: Eso es verdad a medias. Hubo un estudio secundario para ciertas grabaciones muy puntuales.
Antonio: Algunas voces, algunos coros, el cello… eso se graba en Madrid a la vez que grabamos “Murga para Jamie”, en el estudio de nuestro amigo Luis. Pero vamos, el grueso del disco se graba en el estudio de Carlos Díaz. Y también grabamos algunas cosas en nuestro local. Algunos sintes, percusiones adicionales, la flauta… eso lo grabamos en nuestro local.
Álvaro: Pero vamos, el grueso, el 90% de la grabación fue en el estudio principal. Y gran parte del sufrimiento también. Porque después de cuatro años planeando el disco y teniendo muy claro cómo iba a sonar, pensando que lo teníamos todo medido al milímetro, es inevitable que ese proceso se convierta en una tortura. Encima es que es un disco muy complicado de grabar, con un montón de capas y un montón de instrumentos, y posiblemente nosotros no teníamos ni el dinero ni los medios que hacía falta para sacarlo adelante de una forma sencilla y al final lo hicimos como pudimos.
Da la impresión de que sois un grupo muy autocrítico.
Ángel: Sí, supongo que es verdad. Y que es nuestra mayor virtud y nuestro mayor defecto. Y es una de las cosas que más daño nos hacen.
Antonio: Desde luego. Pero vamos llevándolo.
Ángel: Sí, hemos mejorado.
Álvaro: Bueno… en algunos aspectos sí. Tengo más confianza en nosotros como músicos, tengo más confianza en que las canciones son buenas… pero luego es verdad que vuelvo a cometer el mismo fallo que cometí hace cuatro años, que mi autoestima ahora depende únicamente de las reviews de rateyourmusic. Y yo que sé que eso no está bien. ¿Sabes? Yo lo admito, tengo un problema grave.
Claro, es dejar tu salud mental en manos de un montón de hijos de puta.
Álvaro: Sí, de italianos que puntúan 20 discos al día que no se escuchan, y que tienen votados 40000 discos.
Antonio: A mi la verdad me llama muchísimo la atención que os importe tanto el rateyourmusic cuando en el fondo no es más que un pequeño rincón de internet. Que no es reflejo de nada más que de si mismo.
Álvaro: A ver, que de verdad que yo en los cuatro años que pasan entre disco y disco no entro en rateyourmusic para nada. Pero sacamos disco y de repente es una obsesión.
Bueno, es una descarga de serotonina como todas las que producen las redes sociales, ¿no?
Álvaro: Sí, o como ver los streams de Spotify. Déjame ver. Ahora mismo hay ocho personas escuchando a Ramper en el mundo. Eso está bien, ¿no?
Ángel: De todas formas, volviendo a la pregunta inicial, puede que seamos un grupo con problemas de autoestima. Con el primer disco lo llevábamos mucho peor, la verdad. Pero sí que hemos mejorado o hay cosas que llevamos mejor.
Antonio: O si no las hemos resuelto al menos ya sabemos que son problemas. Admitirlo es el primer paso.
Ángel: Pues yo creo que ahora soy más tolerante y confío más en los demás. Que también es un arma de doble filo, porque si confías en el otro igual al final te la lía. Pero yo decidí intentar confiar. Por ejemplo, cuando grabábamos con Darío (Muñoz, productor), si él decía que algo estaba bien así, no discutir y confiar en la persona que está trabajando. También confiar en vosotros, que era algo que antes no me pasaba siempre.
Pero siempre habéis sido un grupo que tenía muy claro cómo quería sonar.
Álvaro: Yo diría que sí.
Ángel: Pues yo diría que realmente no. Que creemos que sabemos cómo queremos sonar pero en el fondo no lo tenemos tan claro. Y ese es nuestro problema.
Antonio: Creo que tenemos más claro cómo no queremos sonar. Qué cosas no queremos hacer.
Álvaro: El problema es que muchas veces lo que tenemos claro es qué queremos transmitir con las canciones. Hay documentos de páginas y páginas con sugerencias de mezcla y producción de frases ultraespecíficas en plan “esta parte tiene que sonar a un coro pastoral que nosequé”, pero son referencias cero musicales.
En una entrevista antigua había leído que al principio del grupo habíais escrito en una pizarra nombres de grupos que queríais que fueran referentes de la banda.
Antonio: Nos va a perseguir para siempre esa historia, eh.
Pero en este disco habéis ido un poco más lejos, más allá de esas influencias iniciales.
Ángel: A mi lo que me ha pasado componiendo el disco, no sé si a los demás del grupo también, era que no sabía muy bien a qué influencia acudir. Puede ser que es que yo estuviera más perdido en general, pero en el primer disco lo tenía clarísimo, sabía cuáles eran las influencias siempre. Pero por ejemplo haciendo “Reina de farolas” o “Solo postres” siento que por fin tenemos una identidad propia y completa. Swans sí que está como referencia fundamental en todo, pero fuera de eso…
Álvaro: Yo no sé qué decir. En mi caso siempre he visto las influencias claras en ciertas partes de las canciones, pero sí que creo que en “Nuestros mejores deseos” ya establecimos un sonido Ramper que siempre ha prevalecido por encima de la idea de copiar a un referente o a hacer música de género.
Lo que sí que hay claro en este disco es una clara influencia folk.
Antonio: Desde el principio sí que hubo esa influencia por ejemplo de Nico.
Álvaro: Sí, pero no fue premeditada. En canciones como “En nuestros últimos días” sí que había desde el principio una melodía muy de cantar junto a una hoguera. Y también Richard Dawson, o Lingua Ignota incluso. Y los Swans de los 90. O posteriores, el The Seer. Que yo en general los discos más modernos de Swans tenía abandonados y durante estos años los redescubrí totalmente.
Antonio: Creo que son todo vertientes distintas de algo común.
¿Y qué hay de lo de meter melodías populares, como la del “Vamos a contar mentiras”, o de los arreglos que recuerdan a músicas tradicionales? ¿Fue deliberado?
Álvaro: No, eso fue surgiendo. Al principio de pura casualidad. Estábamos componiendo “Día estrellado” y yo vi que la melodía pegaba y me puse a cantarla y encajaba muy bien. De hecho al principio tenía dudas de si al resto del grupo le parecía bien meterlo. Pero se quedó. Y lo mismo con lo de las canciones que suenan a marcha de Semana Santa. No hay una voluntariedad.
Antonio: Viene del background de los músicos. Porque Miguel, el trompetista del disco, viene de tocar en bandas toda su vida. Y los demás, pues siendo andaluces, te guste más o menos, es una música que a lo largo de tu vida has escuchado. Y bueno, es que tú le metes una trompeta a algo lento y triste y prácticamente por definición suena a Semana Santa. Estoy pensando también que Elvira, que toca el clarinete en el disco, compuso unos arreglos para “Día estrellado” que eran una especie de variación de una marcha de Semana Santa, porque ella también ha tocado en procesiones. Pero no hubo un esfuerzo deliberado. Fue algo muy natural. Algo que nos hemos encontrado. Yo tenía claro al terminar el disco que había una cierta influencia folklórica en el disco, pero he flipado al leer cosas por ahí que lo etiquetaban como folk español. Yo no esperaba que la gente que lo identificara de una forma tan clara.
Álvaro: Mira, una influencia que yo vi clara fue la atmósfera de El espíritu de la colmena, en la que curiosamente también suena la melodía de “Vamos a contar mentiras”.
Antonio: Pero el disco estaba ya casi cerrado cuando la vi, y me quedé totalmente loco, porque vi cómo todos los temas de los que trata el disco están uno tras otro en la película. Y encima que apareciera esa melodía… incluso la estética era parecida a lo que estábamos buscando. Fue como de repente ver “aquí está todo”.
Ahora que lo comentas: ¿para ti cuáles son los temas del disco?
Antonio: La verdad es que nunca me siento cómodo del todo hablando de las letras. Porque me lo han preguntado ya conocidos, “oye esta canción qué significa”. Y me siento ridículo explicándolo. El tema del terror está bastante presente. Los miedos. Pero creo que hay más bloques temáticos a lo largo del disco. Las que escribió Álvaro, que son las tres primeras, son de alguna manera una historia desde el principio hasta el final, y son también más místicas, y hablan de una presencia fantasmal, de cosas que se han perdido, y de cómo te persiguen. “En nuestros últimos días” es más cercana, con la idea de un salón parado en el tiempo, de la falta de conexión con personas, de cosas así. Luego está “Solo postres”, que quizás sea la más idiosincrática, la que mejor recoge la estética del disco.
¿Qué es anterior, la canción o el título del disco?
Antonio: El nombre del disco venía de antes. A la canción le pusimos a posteriori el mismo título del disco porque sentimos que le sentaba bien, porque es eso, la canción que resume los temas del disco, ese sentimiento entre la fascinación y el miedo.
¿Y de dónde viene?
Antonio: De un recuerdo infantil compartido que teníamos Álvaro y yo. “Solo postres” era una carta de Yu Gi Oh, una carta en la que aparecía un demonio gordísimo que sale comiendo, sudando y llorando, con un título que es un sinsentido. Desde niños nos producía mucha fascinación.
Álvaro: Además en el primer capítulo del anime aparecía la carta pero se la llamaba “solo desierto”, añadiendo una capa más de confusión. Luego a posteriori descubrimos que tanto “solo postres” como “solo desierto” eran malas traducciones de una expresión en inglés, pero en el fondo da igual, lo que importa es ese sentimiento que nos despertaba, transversal a las canciones del disco.
Una cosa, viendo la recepción del disco en Rateyourmusic… ¿a quién sentís que os dirigís? ¿quién creéis que es el público de Ramper?
Antonio: Nosotros mismos. Hacemos las canciones para nosotros y para gente como nosotros.
Ángel: Yo siento que son las canciones que me hubiese gustado escuchar, no sé si diría ahora, pero sí que en el momento que las escribimos. Mis nuevas canciones favoritas, reuniendo muchas cosas que me gustan y juntándolas.
Antonio: Lo que pasa es que tampoco somos tan especiales. Yo creo que mucha gente puede conectar con esas cosas que nos gustan, gente que tiene gustos parecidos a nosotros o backgrounds similares, acaba conectando con estas canciones.
Ángel: También siento que somos una especie de eslabón para cierta gente española que estaba desamparada en ese sentido. No se me ocurren muchos grupos de chavales que mezclen las cosas que mezclamos nosotros.
Además es un disco, que aunque tenga canciones muy largas y arreglos complejos es muy pegadizo.
Álvaro: ¿De verdad?
Ángel: Yo creo que sí, eh, que hay un montón de melodías muy pop.
Me ha pasado con gente a la que le he recomendado el disco, que de primeras les da la chapa porque no les suele gustar el post-rock, o el slowcore, pero que me dicen que aunque de primeras no les entraba acababan volviendo a escucharlo porque se les volvían las melodías a la cabeza.
Álvaro: Pues me halaga. Pero no me lo esperaba
Ángel: Yo es una discusión continua que tengo con esta gente. Pienso que es un disco más accesible que el primero, pero al parecer hay dudas al respecto. Creo que el primer disco era un disco de género, más o menos; un disco para el que le guste ese rollo lánguido y anémico. Pero creo que este tiene muchas melodías que permiten acercarse a él desde otros puntos de vista, más variados. Menos desde los nichos.
¿Estáis notando que el disco gusta a otra gente?
Álvaro: Sí, sí. Y a mi me ha sorprendido porque yo esperaba todo lo contrario. Yo estaba convencido de que era un disco más inaccesible y oscuro que el primero. Y parece que no, que la gente lo está disfrutando. Yo esperaba eso, una reacción inicial más fría, pero que ganase con las escuchas. Pero bueno, ya me pasó con el primer disco, yo estaba convencido de que “Amalola” iba a ser muy single, y que era más pegadiza que cualquiera de las canciones del disco nuevo. Pero bueno, me alegro de que no haya sido así.
Ángel: Yo tengo muchos amigos del pueblo cuyos intereses musicales están más o menos alejados de los nuestros y sin embargo ahora están a tope con el disco. Gente que normalmente nunca escucharía un disco con canciones tan largas y de repente están en bucle con el nuestro.
Eso es un gran éxito, el llegar a la gente ajena a tu nicho sin perder a los de tu nicho.
Ángel: Yo creo que para eso ha ayudado que ahora tocamos mejor que hace cuatro años. Creo que una de las torpezas del primer disco es precisamente nuestra torpeza. Que no suena naif solo por decisión estética, sino porque efectivamente éramos más patosos y más limitados a la hora de tocar. Y eso se percibe en muchos momentos del disco. Los temas están menos arreglados y tienen menos momentos interesantes. No es solo porque nos gustase esta cadencia repetitiva, que también, sino porque efectivamente éramos incapaces.
Álvaro: Bueno, yo creo que sí había una voluntad en ser repetitivos eh. Pero bueno, es verdad que ahora tocamos mejor. Pero yo no creo que el minimalismo o el rollo naif del primer disco vengan por limitaciones de técnica. No lo creo para nada.
Ángel: Yo sí que creo que un poco viene de ahí. Obviamente esos eran los intereses que nos movían por aquel entonces y teníamos muy claro que queríamos ser muy minimalistas y lo sacábamos continuamente en las conversaciones, y hablábamos de grupos como Low. Pero también te hace preguntarte qué viene antes, si el deseo estético o la limitación.
Una pregunta: y lo de editar el disco en un cartucho de la Gameboy Advance, ¿de dónde viene?
Antonio: Yo vi un video en youtube de un tío que metía la película de Tenet en cartuchos de la GBA y dije, buah, esto lo podemos hacer nosotros. Investigué un poco, vi que por 20 euros podías comprar la máquina y me pillé una. Es que pasa una cosa. A nosotros nos encantan los videojuegos y yo por ejemplo tampoco consumo la música en vinilo, yo lo escucho todo en digital. Creo que hay más gente como yo, que le podría gustar tener algo guay del disco que no fuera necesariamente un vinilo. Y también conecta con estos temas nostálgicos de la infancia del disco.
¿Y por qué de la Gameboy Advance específicamente?
Álvaro: Somos de la generación para la que fue su primera consola. Aunque bueno, nos pilló muchísimo también la DS.
Antonio: Lo que ha pasado con los cartuchos que estamos mandando es que tengo miedo de no grabar bien alguno y mandarle a la peña un Pokemon Zafiro con la pegatina de Ramper.
Bueno, sale ganando todo el mundo, ¿no? Tu bonito merch de Ramper y un juegazo de regalo.
Álvaro: Y de hecho la banda sonora de Pokemon Zafiro es algo de lo que hemos hablado bastante Antonio y yo, que cuando seamos mayores con Alzheimer va a ser la única melodía que nos haga recordar la infancia.
¿Son los videojuegos importantes para Ramper?
Álvaro: A nivel de música tal vez no demasiado, pero sí que nos gustan los videojuegos. Es parte de una cultura común que compartimos. Hay juegos que sí que nos gustan a todos, como el Elite Beat Agents o los Dark Souls.
Ángel: Para nosotros ensayar no es solo ir a ensayar, sino hablar de obras culturales, ya sean películas o videojuegos. Dedicamos mucho, mucho tiempo a hablar del videojuego que jugamos la semana pasada y eso creo que al final también cala a la hora de de componer y pensar. Y para terminar un anticipo para para los fans de Ramper. El siguiente disco va a sonar a Villa Crepúsculo del Kingdom Hearts 2.